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miércoles, 30 de marzo de 2016

Se busca un gran tesoro



¿Alguna vez has leído sobre el tesoro “Saddle Ridge Hoard”?

Esta historia verídica ocurrió en febrero de 2013 y es el relato de una pareja californiana que encontró más de 1,400 monedas de oro en el patio de su casa.

Este relato es muy interesante, pues la pareja estaba paseando a su perro cuando vieron algo que brillaba en el suelo y decidieron excavar hasta que se toparon con las latas que contenían las tan preciadas monedas. El valor nominal de estas monedas es de aproximadamente 27 mil dólares, pero fueron impresas entre los años 1850 y finales de ese siglo, por lo que su valor fue estimado en más de 10 millones de dólares.

No puedo imaginar la felicidad de esa pareja al encontrar tal tesoro. Creo que en ese instante han de haberse olvidado por un momento hasta de su querido perro. El objetivo por el cual estaban ahí pasó a segundo plano inmediatamente. Luego al desenterrar poco a poco su tesoro, además de la enorme felicidad que los embargaba, también han de haber venido sentimientos de temor por causa de la responsabilidad que ahora adquirían al llegar a ser repentinamente unos nuevos millonarios. En mi país a parte de esta responsabilidad, también conllevaría un profundo temor ante la exposición pública a la delincuencia. Creo que también pasó con ellos, pues prefirieron quedar en el anonimato.

Correr con la suerte de encontrar un tesoro como este, es como buscar un verdadero amigo y encontrarlo. ¿Creíste que diría “una aguja en un pajar"? Jeje… pues no, ¿Sabes por qué no dije eso? Es sencillo; Encontrar una aguja en un pajar es relativamente fácil, pues buscando, con toda seguridad la encontrarás.  Los verdaderos amigos no se encuentran a la vuelta de la esquina. Puedo asegurarte que te gastarás la vida buscándolo, y quizá nunca lo encuentres. 

Hay tantos versos bonitos en relación a la amistad. Algunos muy conmovedores, que logran incluso vender millones de dólares en publicidad anualmente. Hasta se ha fijado una fecha para celebrar este día, y no que esté en contra de ello, pues estoy en favor de promover valores y amistad entre las personas, y por sobre todo entre padres e hijos, y demás familia, que creo bien se lo merecen, pues son nuestra familia. Pero si auscultáramos en lo más profundo de nuestros corazones, nos daríamos cuenta de que no estamos sinceramente preparados para ser amigos. Un verdadero amigo no es aquel que como dicen esas frases célebres: “Te entiende”, “Te respeta”, “Te ayuda”, “Te escucha”, etc. Eso es parte de lo que una verdadera amistad debe contener, pero no lo es todo.

Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Juan 5:14). También dijo: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano” (Prov.18:24). Jesucristo demostró a sus discípulos ese valor de la amistad en todo tiempo. Y no sólo a ellos, sino a la humanidad entera. Él se mostró un amigo. Algunos de sus discípulos fallaron en algún momento, por temor; pero luego fueron revestidos de valor, y consignaron la amistad con el Señor obteniendo de él su perdón por amor, al punto que ofrendaron sus vidas hasta la muerte por causa de Cristo. 

He leído de muchos que escriben, que un amigo no es el que te quita prestado, ni el que te arruina. Escribimos estas cosas porque quizá nunca hemos vivido situaciones económicas difíciles, y no hemos pasado por esa vergüenza. Pero creo que es un concepto errado, pues ningún amigo que quita prestado a otro lo hace por simple antojo. Y si es verdadero amigo, no es su interés el de arruinar la vida de su amigo. El Señor dijo: “En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Cuando el Señor oró en Getsemaní antes de ser aprendido para luego ser crucificado, lo hizo porque su hora había llegado y necesitaba el confort de su Padre. Su amigo. Porque el tiempo de angustia estaba ahí, y necesitaba de su gran amigo.

Escribo este relato, porque yo lo he vivido. He pasado por momentos grandes de angustias, tribulaciones, noches sin dormir, agobiado, menesteroso, afligido, por causa de deudas y compromisos que no esperan. Compromisos que adquirí con una gran lista de amigos. En una ocasión una amiga me llamó y me dijo: “Si usted no me paga, le juro que yo lo voy a demandar”. Otros de esos amigos me han injuriado, han hecho historias para divertir en reuniones y círculos mundanales, otros simplemente me han ignorado y poco ha faltado para que escupan mi rostro por causa de no haber podido en su tiempo, honrar mi compromiso con ellos. 

Como dije antes; encontrar la aguja en el pajar es fácil. Encontrar un verdadero amigo, no lo es. Muchos juzgarán que hable de esto, y dirán: “¿Y tú en que momento te mostraste amigo?". Como ya lo expresé: Podríamos auscultarnos y darnos cuenta de que no estamos preparados para ser verdaderos amigos. Pero no con esto estoy diciendo que no podamos llegar a serlo. Caso contrario el Señor Jesucristo no hubiese implicado en algún momento “Vosotros sois mis amigos…” si hizo tal implicación, y vemos el ejemplo de sus discípulos, es porque se puede llegar a serlo.

El mensaje que pretendo más bien trasladar, es que debemos esforzarnos para llegar a ser amigos. Y digo “a ser” y no “hacer”, porque no debemos pretender buscar hacer amigos, pues amigos se hacen muy fáciles hoy en día hasta en las redes sociales. Basta con dar un clic al botón de Amigos, y listo, ya tienes un amigo más en tu lista. Llamo más bien a la reflexión de SER amigo. Lo cual es verdaderamente difícil, pero no imposible de lograr. Esto es un voto de compromiso que debe nacer de nosotros mismos en no juzgar las situaciones de nuestros amigos cuando les hemos brindado la mano, como es mi caso particular, donde he recibido la ayuda de amigos, que hoy me juzgan y señalan, y dicen: “Yo no te metí en ese problema”, “Y quién te mandó a meterte en tanto lío”, etc. Desearía que mis amigos pudieran entrar (auscultar) mi corazón, y vieran en lo más profundo de mí, la gran necesidad que tengo de poder honrar mis compromisos con ellos. Poco a poco lo he ido haciendo, con la ayuda de Dios. Y sé que al final, con su ayuda, lograré honrar hasta el más mínimo compromiso. Pero queda la pregunta ¿Quiénes son mis amigos?

Ese temor que embargó a la pareja que encontró el preciado tesoro, es el mismo temor que nosotros debemos tener de perder a un amigo…¿Qué sería de nosotros si perdiésemos la amistad con nuestro Señor?

Si tienes un amigo, cuídalo y guárdalo celosamente…Y si eres amigo, demuéstralo en todo tiempo. No pretendas ser amigo sólo en los buenos tiempos.

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