En mi país Honduras, existen muchos lugares con grandes problemas de desarrollo. La pobreza económica y cultural se puede observar a los cuatro puntos cardinales. Creo que no existe ni un tan sólo rincón del país que no esté invadido por estas pobrezas.
Hace unos siete años, viaje con mi familia y un tío muy
querido a un lugar llamado El Carreto, situado en el Departamento de Choluteca
en la zona sur del país. Este es un lugar con clima muy caluroso, árido. La
sequía impera en ese lugar. Aunque suene jocoso, pero como dicen: “Ahí las
vacas en vez de dar leche, dan lástima”. Pero esa es la cruda realidad. La
población en ese sector sobrevive con ingresos muy bajos. Lo que más abunda en
ese lugar son los árboles de mango, pero un tipo de mango que ellos llaman “mechudo”.
Buscando la clasificación de este mango, creo que se refiere al tipo de mango Irwin,
por su fibra abundante. Esta deliciosa fruta, pareciera ser el alimento diario
de esta población.
Al llegar a ese lugar, sentí como la gente nos observaba.
Percibí los gritos de la población diciendo: “Ayúdennos”. Pienso que mi percepción no estaba del todo
equivocada, pues las personas a las que visitamos nos comentaron que la mayoría
de sus vecinos estaban queriendo vender sus propiedades para ir a buscar “el
sueño americano” porque “no había nada que comer” y los niños estaban sufriendo
mucho. La desesperación de la población era y es evidente.
Para muchos es fácil vaticinar palabras negativas cuando
escuchan o leen los comentarios anteriores. Expresan: “Que trabajen”, “Sólo
están a la espera de la ayuda gubernamental”, “Que pongan a esos cipotes a
estudiar”, etc. Son algunas de las frases que he escuchado. Pero una de las
frases que más indignación me causa es: “Esa gente sólo viven de esperanzas”.
¿Qué sería del hombre si no tuviese esperanza? Salir de la
pobreza económica implica trabajar con mayor esfuerzo físico. Avanzar en la lucha
contra la pobreza cultural, implica leer y aprender más de ciencias y buenas
costumbres. Incluye poner en práctica los principios éticos y morales que nos
enseñaron desde pequeños para gozar de una mejor convivencia social. Pero poco
se observa y nada se habla de otra
pobreza, la “pobreza de amor”, pobreza
que abunda en muchas personas. Suprimir esta pobreza implica deponer nuestras
actitudes egoístas ante nuestros semejantes. Es una aplicación práctica de
todos los conceptos bíblicos y éticos que hemos aprendido durante toda una
vida, para ejercerlos sobre los demás. Es no burlar ni hacer escarnio de algo
tan precioso que Dios ha puesto en nuestros corazones como es LA ESPERANZA. El apóstol Pablo habla
de ella en el libro de Romanos, capítulo 5, versículo 5; y lo expresa con
claridad y firmeza: “Y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos es dado”. Esta afirmación, se desprende de su relato respecto
a las tribulaciones porque: “la tribulación produce paciencia, y la paciencia,
prueba; y la prueba, esperanza”. Dice que nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios.
Otros dirán: “Ya lo dijiste, es la esperanza de la gloria de
Dios, no habla de otra esperanza”, “no encubras la haraganería de esta gente”, “no
pretendas justificar la falta de cultura de estas personas”, “no revuelvas la
fe con la esperanza terrena”, “pobreza de amor…¿Qué es eso?", etc.
Esas personas, y espero no seas una de ellas, podrán decir
lo que quieran. Podrán incluso dejar sus comentarios negativos en este blog y
rebuscar palabras para intentar herirme. Pero nada impedirá que le dé unas
frases de esperanza a aquellas personas que ahora mismo las necesitan.
Este mensaje es para ti que estás pasando duras situaciones
económicas por falta de un trabajo. Por altas deudas que parecieran impagables.
Por la mala remuneración que sufres en tu trabajo. Por la mala administración que
has hecho de los bienes que Dios puso en tus manos. Por esa necesidad que
tienes de recuperación de la salud de un hijo, de un padre, de una madre, de un
ser a quien tanto amas. Quizá esta persona está muy enferma, posiblemente con
una enfermedad terminal dictaminada por los médicos que le han atendido; quizá
seas tú mismo quien se encuentre en esta difícil situación de salud. Estas
palabras van para ti que estás sufriendo la pena de estar lejos de casa: sin tu
familia, que sufres la ausencia de los seres que más te aman. Para ti que
piensas que la vida te ha tratado muy mal y que “Dios se ha olvidado de ti por
considerarte menos que nada”. Para ti que enfrentas la vida todos los días y
sientes que no avanzas mientras tus fuerzas se ven mermadas. Para ti que sientes
estar solo; sin un amigo; sin un familiar que te brinde la mano cuando más lo
necesitas. Para ti, que al ver tu vida hacia atrás sólo vez un cumulo de
tormentas y tristezas y pocas o ninguna alegría que recordar. A ti que piensas
que ya todo se ha dicho y no hay vuelta atrás, y que nada va a mejorar pues
todo parece sólo empeorar. Sí, es a ti a quien me dirijo y a quien quiero
recordar; que Dios te da una esperanza fresca, renovada, y LA ESPERANZA NO AVERGÜENZA, por tanto afiánzate de ella, no
la dejes escapar ni la debes olvidar. Esta es la única que podrá salvar a ese
ser que tanto amas; a ese trabajo que tanto necesitas; a ese retorno con tu
familia que tanto anhelas. Sólo esa esperanza es la que te queda, y será la
única que al final te devuelva todo, porque aquel que te la ofrece no se olvida
de ella, porque Él sabe que la necesitas y es un hermoso regalo que te ha dado
y no te la quitará, pues Él te ama. Jesucristo. No desistas, lucha, esfuérzate, acompáñala de
fe y se paciente; que cuando menos lo esperes, ella dará sus frutos y a tu encuentro saldrá.
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