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miércoles, 6 de abril de 2016

La felicidad de nuestros niños y niñas

 
 Fotografía tomada por: Lora Scatling 

Mientras leía la historia de tres niñas que han sufrido una terrible enfermedad como es el cáncer, yo luchaba porque mis ojos no derramasen lágrimas que me dejasen en evidencia ante quienes me observaban a mí alrededor. Pero fue inevitable, al final mis ojos no pudieron más, y comencé a llorar desconsoladamente como si algo terrible me hubiese sucedido. Pero a Dios gracias, no era la tristeza la que produjo esta reacción en mí, sino más bien un sentimiento de profunda alegría por la vida de estas hermosas niñas; al leer en el artículo que ellas han superado esa nefasta enfermedad. Realmente me he llenado de profunda alegría.

Siempre que leo historias como esta, tocan profundamente mi corazón. Me hace pensar en lo dichosos que somos muchos padres en tener a nuestros hijos saludables y llenos de energía. Doy gracias a Dios porque mis hijos hasta el día de hoy gozan de perfecta salud. En oración los encomiendo todos los días a Dios, pidiendo por ellos, como al igual lo hago por los niños y niñas de nuestro país y el mundo. Es conmovedor y muy triste ver cuántos niños mueren diariamente producto de enfermedades terribles como el cáncer, otros mueren en medio de conflictos bélicos, y otros por hambre.

Muy frecuentemente pienso en todo esto. Pienso en lo que yo pudiera hacer para contribuir en apalear un poco la necesidad de tantos niños y jóvenes que pasan estas duras situaciones, pero nuestros recursos económicos son limitados y no es mucho lo que podemos hacer.

Con frecuencia niños se acercan a mí para venderme algún producto: Confites, frutas, etc. Cuando puedo les compro algo, en la mayoría de los casos como una manera de ayudarles. Pero nunca olvido recibirles con una sonrisa, y socializo con ellos de una forma amable. Es lo menos que puedo darles. Los niños necesitan de nuestro amor. Necesitan saber y sentir que son amados. No sabemos las terribles situaciones que ellos viven a diario. Muchos de ellos no tienen padres, y los que necesitan atención y cuidados son muchos. Aunque poco creamos que podemos hacer por ellos, el tratarles con respeto, dignificando su presencia ante nosotros, es una manera de ayudarles.

Que el amor de Dios pueda inundar nuestros corazones para que podamos amar a estas lindas criaturas. Los niños son ángeles que habitan entre nosotros. Como padres hemos tenido la dicha de tenerles. Tenemos por costumbre decir: “Dios permita que…” pero lo que sucede a nuestros niños no es culpa de Dios, es culpa de nosotros, de nuestras sociedades. Porque hemos prestado mayor atención a otras cosas que a las primordiales: Nuestros niños y niñas requieren esa prioridad. No podemos decir: “Dios permita que alguien haga algo por nuestros niños” cuando somos nosotros los llamados a hacer algo por ellos: Nosotros y nuestros gobiernos.

Es mi deseo que otros niños, al igual que estas hermosas niñas, puedan crecer en un entorno de amor; felices, sonrientes. Que sus vidas sean plenas y que puedan forjar futuros prósperos para ellos y sus futuras familias.

Comparto el link de estás tres hermosas niñas por si desean leer esta agradable noticia: 

https://www.yahoo.com/news/las-tres-ni%C3%B1as-del-c%C3%A1ncer-repiten-la-misma-foto-093626409.html

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