El ahorro, es algo que ya casi nadie lo practica. Algunos
porque no pueden, y otros porque no
quieren, o simplemente les pasa lo que a mí: Lo olvidan o lo ignoran. Las
clases sociales altas y medias, normalmente tienden a valorar y cultivar el
ahorro. Es importante que desde niños nuestros hijos aprendan a valorar el
dinero. No porque este sea lo más importante en la vida. Porque no lo es; pero
sí porque de este dependen casi todas las cosas. Salvo algunas excepciones: El
amor, la felicidad, la salud, la familia, y muchas otras. Porque ya sabemos que
con el dinero no podemos pagar el amor, porque se puede tener mucho y ser
infeliz, porque podemos ir al mejor hospital y no gozar de salud, y por más que
tengas en el banco…tu familia puede estar a un paso de desaparecer. El dinero
no compra todo. Eso está claro. Pero si es muy necesario para resolver compromisos
de pagos o eventualidades que se presentan. Por eso es bueno ahorrar.
En nuestros países latinoamericanos, como en una gran
cantidad de otros en el mundo, las poblaciones vivimos el día a día con los
ingresos que captamos. Si percibimos un dinerito extra, nos lo “comemos” en
galletas, refrescos, etc. Porque está “como de sobra”. Parece que ese dicho de
que “nos estorba el dinero” es cierto, pues no podemos calentar un centavo en
nuestras manos cuando ya estamos viendo como deshacernos de él. Y qué si este
dinero sobrante es una cantidad regular…mejor aún, pues nos lo vamos a gastar
en los restaurantes o alguna bobería que vimos en alguna vitrina. Esta es
nuestra realidad de país. Conozco gente que viven en pequeños apartamentos
(aquí les llamamos cuartos), y tienen entre 3 y 5 televisores: Uno para cada
miembro de la familia.
Hace un tiempo que un pensamiento me perturba, por eso les
comentaba mi historia de niño. Sé que esto del ahorro es algo que podemos
practicar de manera inmediata. Basta con tomar la decisión de ir al banco y si
tienes ya abierta tu cuenta bancaria, solo deberás destinar la cantidad que
deseas ahorrar y listo. Pero ya planteamos el problema (de la gran mayoría
mundial). Si lo hacemos así, al ser una cantidad fija mensual, será difícil priorizar
el ahorro si ya tenemos una mal costumbre de gastar lo que nos “sobra”, así que
porque mejor no volver a la vieja práctica: Una alcancía. Y de “granito en granito se llena el saquito”.
Tomemos una decisión todos los días. Pongamos a mano pero en un lugar nuestro
muy privado, la Alcancía. Y cada vez que la veamos y podamos, depositemos algo de
dinero en ella. Cuando ya ésta se llene, entonces ese será el momento de ir al
banco para depositarlo. Así de esta manera todos los días estaremos
comprometidos a ahorrar. Y cuando menos lo esperemos tendremos un buen hábito que
mantener y no volver a olvidar. Trasladémoslo a nuestros hijos para que ellos
también lo hagan. Nunca se es tarde para comenzar…gracias a Dios que todavía
nos da la oportunidad de respirar, así que la oportunidad ahí está…
Te dejó porque necesito ir a buscar la alcancía para
comenzar…jejeje
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